Del asombro a la forja: la génesis de Oddity Horizons

Hay ideas que no se conciben en un instante, sino que
germinan lentamente, como ecos de una verdad antigua que siempre estuvo ahí.
Oddity Horizons no nació un día concreto, pero ha estado en mí desde siempre.

Oddity Horizons no pretende crear nada nuevo, nuestro papel es acercar lo sublime, lo remoto, lo improbable… a quienes aún se
permiten el asombro. No es una marca, es un recordatorio tangible: solo los que se atreven a explorar, dentro y fuera de sí mismos, pueden rozar lo extraordinario.

La contemplación nos lleva a la curiosidad, y la curiosidad nos empuja a cruzar la puerta a la acción y es en ese tránsito —del asombro a la forja— donde nace este proyecto.

Hoy, cada diorama que sale de mis manos busca inspirar. Recordar que, aunque nunca llegaremos al horizonte, su existencia nos guía. Que en esa persecución crecemos. Que un fragmento del mundo, colocado en un rincón del hogar, puede ser mucho más que decoración: puede ser un faro, una brújula, una semilla.

Me gustar pensar que algún día un niño encontrará en el desván
de sus abuelos uno de estos dioramas y le recorrerá por el cuerpo la misma
sensación que a aquellos piratas al encontrar un tesoro, sabiendo que lo que tiene entre las manos no es solo un objeto de decoración sino una muestra de que alguien, antes que él, soñó y de que él ahora también puede hacerlo.

Oddity Horizons es eso. Un acto de amor por la creación. Una representación de nuestra huella en el cosmos.